lunes, 25 de febrero de 2013

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER - PLAN DE ACCION

Desde la Casa del Encuentro están haciendo el registro de los femicidios que ocurren en el país y se publican en medios gráficos y agencias desde hace cinco años. Además brindan información, asistencia y orientación a personas que se encuentran en situaciones de violencia sexista, explotación y trata con fines de prostitución, y generan también acciones de prevención en la sociedad. La presidenta de la asociación civil, Ada Rico, y la coordinadora general, Fabiana Tuñez, explicaron a este diario que con este nuevo informe sobre los femicidios en la Argentina solicitan y remarcan la necesidad de implementar una serie de medidas para prevenir tantas muertes y enfrentar el problema de la violencia machista: - Estadísticas oficiales sobre violencia hacia las mujeres, incluyendo los índices de femicidios, para el correcto diseño de políticas públicas. - Un consenso social y político para diseñar un plan nacional para la erradicación de la violencia de género. - Tratamiento prioritario y urgente de leyes que prevención y asistencia. - Apertura de oficinas de violencia doméstica de la Corte Suprema de Justicia en todas las provincias. En algunas ya funcionan, como en Tucumán, Santiago del Estero y Salta. En Jujuy, Mendoza y Entre Ríos existen formalmente pero sin lugar ni presupuesto. - Programas nacionales de asistencia integral desde una perspectiva de género para las mujeres víctimas de violencia sexista, que incluya asistencia psicológica sostenida en el tiempo y acceso a la Justicia con patrocinios jurídicos gratuitos. - Mayor cantidad de hogares refugios para víctimas de violencia sexista. - Intensificar campañas de prevención e información. - Asignación económica temporal, un subsidio habitacional y de alimentación para las víctimas. - Modificación al Código Civil para que el femicida pierda en forma automática la patria potestad de los hijos e hijas. - Asignación de presupuesto acorde para poder implementar en su totalidad la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. - Incorporación en todas las currículas educativas de los diferentes niveles la temática de violencia sexista. Recientemente en la provincia de Buenos Aires, una senadora acaba de presentar un proyecto en ese sentido. - Capacitaciones obligatorias a efectores profesionales que trabajen con la temática de violencia en diferentes dependencias gubernamentales de todo el país. - Modificación de la Ley de Ministerios para la creación de un Ministerio de Igualdad de Oportunidades. - Asignar más presupuesto a todos los organismos que son órgano de aplicación en la temática de género o derechos de las mujeres y la familia. - Creación de un Banco Genético de Datos Nacional, que registre las mujeres y otras personas denunciadas como desaparecidas con antecedentes de violencia sexista o presunción de trata. - Botón antipático, un dispositivo de alerta, como medida de protección para la mujer que ha realizado la denuncia y tiene dictada por la Justicia la medida de no acercamiento del agresor. Esta medida se está implementando en algunos distritos.

martes, 18 de diciembre de 2012

VIOLENCIA DOMESTICA - MI HIJO ME AGREDE

Un hijo puede desafiar, provocar y hasta insultar, pero el pasaje a la acción de agredir físicamente a sus padres denota la imposibilidad de sostener “la palabra” como mediadora de los conflictos entre padres e hijos. La alternativa de agresión física para un hijo no se impone de un momento para el otro, sino que tiene una trayectoria vivencial sobre la que se fue construyendo. Un hijo agrede físicamente a sus padres sólo si a ese acto lo precede una intensa perturbación hacia ese hijo. Los procesos perturbadores durante la infancia son los que provocan severas alteraciones de la conducta de los hijos en sus diferentes etapas evolutivas. Cuanto más temprano se desarrolle en el contexto familiar, mayor será la posibilidad de que un hijo desarrolle agresividad física. Estos procesos no son muy visibles y suelen pasar inadvertidos para los padres. Los pueden provocar los padres y también el entorno social inmediato: otros familiares, amigos, la escuela, etc. Cuando los padres niegan este proceso que sufren los hijos, ellos suelen montar en cólera o desarrollan una sensación de ira, que puede derivar en una conducta de agresividad física. Los padres deben prestar atención a estos procesos perturbadores, para evitar futuras conductas violentas. Pueden detectarse observando cómo se desarrolla la vida cotidiana de un hijo en la familia. También en la escuela; de allí la importancia del contacto de los padres con los maestros. Los procesos perturbadores se pueden producir por: - Conductas sobreprotectoras y avasallantes. - Conductas negligentes y de indiferencia afectiva. - Situaciones de maltrato o violencia familiar. - Situaciones de acoso y maltrato psicológico (dentro o fuera de la familia). - Conductas de descalificación y humillación (dentro o fuera de la familia). - Procesos de duelo por muerte cercana o enfermedad terminal de un familiar. - Mudanzas imprevistas. - Desarraigo no elaborado - Abuso sexual. Los procesos perturbadores pueden ser: Estados de ansiedad: irritabilidad, impaciencia, intranquilidad, desasosiego, hiperquinesia, miedos inmotivados, problemas para dormir, compulsividad en la ingesta de alimentos o golosinas. Durante la pubertad y adolescencia, consumo compulsivo de tabaco, alcohol o sustancias tóxicas diversas. También comerse las uñas, arrancarse mechones de pelo y lastimarse la piel rascándose. Procesos de angustia: ensimismamiento, introversión, narcolepsia (sueño permanente), distracción, alteraciones de la memoria, hacerse pis en la cama, llanto persistente e inmotivado, mutismo selectivo (silenciamiento o decisión de no dirigir la palabra a determinadas personas), inhibiciones para encarar determinadas actividades, conductas fóbicas frecuentes frente a determinados objetos, fobias sociales, ataque de pánico, entre otros. Síntomas físicos o psicosomáticos: problemas respiratorios sin causa orgánica, problemas dermatológicos, alergias, dolores de cabeza, caída del cabello, dolores abdominales sin causa, vómitos y diarreas frecuentes e intermitentes durante largos períodos, apneas emocionales (falta de oxígeno) por llanto prolongado que provoca desmayo, entre otros.

VIOLENCIA DE GENERO

En lo que va del año se recibieron más de 10 mil llamados de mujeres solicitando ayuda por la problemática de violencia de género a la línea 0800-666-8537”, declaró la ministra de Desarrollo Social porteña, Carolina Stanley. En la Capital cada vez había menos llamadas al 0800 local, pero no por una mejoría en la problemática sino por la falta de difusión del número de ayuda. La funcionaria aseguró que, ahora, “se duplicaron las consultas por los noviazgos violentos, que es una manera de prevenir la problemática de violencia”. En otro intento del Gobierno de la Ciudad para reforzar su línea de ayuda gratuita, se pidió la colaboración de figuras fashion poco identificadas con la temática como Mabby Autino (maquilladora), Flor Torrente (modelo), Dolores Barreiro (modelo y diseñadora), Belén Ortega (blogger), Cintia Garrido (modelo) y Connie Ansaldi (conductora). La agencia La Despensa Buenos Aires, con la colaboración de Tienda Doña, Building Motion Ideas, Dirección de Arte Pascual & Carbó y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires presentan la campaña contra la violencia de género: “No ocultemos el maltrato”. La polémica estuvo en que se trató como una moda dejar de ocultar los moretones para atreverse a hacer la denuncia. Y el acierto es poner la violencia machista en voces no tradicionales y llegar a mujeres de todas las clases sociales. Mientras que el Movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLa) lanzó la campaña “Ponete la camiseta contra la violencia hacia las mujeres”, algunas de las personalidades que se sumaron y se han puesto la camiseta fueron los actores Germán Palacios, Tomás Fonzi y Nicolás Pauls; las actrices Dolores Fonzi, Julieta Cardinali, Marina Glezer y Julieta Díaz; la banda de rock uruguaya No Te Va Gustar, la esgrimista Belén Pérez Maurice y la conductora Carla Conte.

jueves, 18 de octubre de 2012

Reclamaba su derecho a ir a la escuela y la callaron con balas

El ataque que casi termina con la vida de Malala Yousufzai, una adolescente paquistaní que se rebeló contra la imposición talibán de impedir que las niñas reciban educación, le recordó al mundo los estragos del extremismo religioso y la situación de miles de niños en todo el planeta A mediados del siglo XVII, en Ciudad de México, la niña que con el tiempo se convertiría en Sor Juana Inés de la Cruz le rogaba a su madre que la enviara a la universidad. Le pedía por favor que la vistiera de hombre y la ayudara a continuar sus estudios: su deseo de saber no podía ser calmado de otro modo. Había aprendido a leer a los 3 años, pero, por ser mujer, no encontraba espacio donde desarrollar su ambición ilimitada de conocimiento. Para dedicarse por completo a la literatura, para seguir leyendo y, sobre todo, para poder escribir, Sor Juana marchó al convento. Pasaron casi cuatro siglos y hoy, atravesando el siglo XXI, en la frontera caliente entre Afganistán y Paquistán, hay hombres que -amparados en la religión-, aún creen que las mujeres no deben leer ni aprender. Que sólo están para obedecer y callar. Muchas aceptan, otras no y luchan para cambiar ese horizonte de esclavitud. Desde muy chiquita, Malala Yousufzai supo que el sometimiento no era su destino y que tampoco debía serlo para el resto de las mujeres del valle de Swat, una región mancillada por el fanatismo religioso en donde los talibanes fueron amos y señores entre 2003 y 2009, y aún hostigan a las poblaciones. Hace diez días, Malala -una adolescente de 14 años- volvía de la escuela en una camioneta junto con sus compañeros. Estaban cantando, según contó luego una de las nenas, cuando hombres enmascarados detuvieron la combi en medio del camino, en Mingora, y los amedrentaron con armas, exigiéndoles a los gritos que identificaran a Malala. Cuando dieron con ella, uno de ellos le disparó a matar, "por ir en contra de los soldados de Alá". Una bala le destrozó el cráneo, otra se incrustó en su cuello. Dos nenas resultaron con heridas leves. Malala cayó inconsciente y aún sigue grave. Luego de varios días de internación en su país, el gobierno paquistaní decidió enviarla a Reino Unido para que pueda seguir su recuperación, algo que por ahora es un deseo. Los "valientes" soldados de la causa talibán que fueron capaces de dispararle a una nena indefensa lo hicieron en nombre de la pureza religiosa y reivindicaron el ataque porque, aseguraron más tarde, lo merecía por obscena, traidora y espía de Occidente. Por hablar mal de los mujaidines y por elogiar a Obama. Algo más: ciegos de odio, advirtieron que, si no moría, volverían por ella. "Es una niña con mentalidad occidental que se la pasa todo el tiempo denunciándonos", dijo el vocero del Movimiento Talibán de Paquistán (TTP), Ehsanulla Ehsan. "Se lo advertimos muchas veces, le dijimos que tomara el camino del islam", prosiguió y aclaró que la edad de la nena no era motivo para la clemencia. "Todo aquel que monte una campaña contra el islam será asesinado". ¿Cuál es la culpa de Malala? Querer saber y que todas las mujeres sepan. Pelear por una educación inclusiva y buscar por todos los medios posibles que Paquistán, con sus 180 millones de habitantes y un sistema político y social complejo, cruzado por historias imperiales y afanes religiosos integristas, pueda acabar con las tinieblas culturales. El ataque a Malala encendió la indignación y evidenció la impotencia de las autoridades paquistaníes para terminar con el terror talibán en las zonas tribales. El episodio tomó de sorpresa a gran parte de la población, que se mostraba confiada en el control de la zona por parte de los militares. Presionado por EE.UU., que libra hace años su propia guerra contra el terrorismo en ese escenario, el presidente Asif Alí Zardari dijo que el ataque a Malala no va a frenar su determinación para terminar con los rebeldes islámicos. Pero el episodio despertó dudas ya que ocurrió a plena luz del día, a metros de un retén, en las propias narices de los hombres de seguridad. Hija de un maestro antitalibán líder de una comunidad escolar integrada por 50 instituciones, Malala comenzó a hacerse oír cuando el régimen talibán prohibió a las mujeres de su población ir a la escuela y se ensañó con la educación. No es retórica: entre 2007 y marzo de 2009, más de 170 escuelas fueron bombardeadas, demolidas o saqueadas por soldados de la causa. Cerca de 23.000 niñas y 17.000 niños dejaron entonces de ir a la escuela, según cifras del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU. Malala se hizo escuchar más allá de las fronteras, algo imperdonable para los dueños de la verdad coránica. Tenía apenas 11 años en 2009 cuando bajo el seudónimo Gul Makai (flor de maíz, en lengua local) comenzó a escribir un blog para la versión urdu de la BBC. Se titulaba "Diario de una estudiante paquistaní" y narraba la vida cotidiana de las niñas de su generación bajo el régimen. Decía cosas como éstas: "Camino a la escuela un hombre me dijo «Voy a matarte»". "Me duele abrir el armario y ver mi uniforme, mi mochila y mi cartuchera. Las escuelas de los varones abren mañana, pero los talibanes prohibieron la educación para niñas. Mi verdadero nombre significa desesperación?" "Tengo derecho a jugar, a cantar, a hablar, tengo el derecho de ir al mercado. Tengo derecho a alzar la voz", dijo en una entrevista. E instó a las chicas de su edad a vencer el miedo: "No se queden en sus habitaciones. En el Día del Juicio, Dios preguntará: «¿dónde estabas cuando tu gente te necesitaba, cuando tus compañeros de escuela te necesitaban, cuando tu escuela te necesitaba?»" "Sueño con un país en donde prevalezca la educación y en donde nadie se vaya a dormir con hambre", escribió otra vez. Puede parecer una paradoja que para estos hombres que hacen alarde de valor, una adolescente que lucha por la educación de las mujeres resulte más peligrosa que un ejército occidental de ocupación. O mejor: que le teman más a una niña armada con libros que a las armas de algunos de los países más poderosos del planeta. Y es que el miedo a las mujeres educadas, que pueden pensar por ellas mismas, aún persiste en muchas partes del mundo y rige las acciones de los gobiernos represivos. Es por esta razón que recientemente varias universidades de Irán prohibieron a las mujeres inscribirse en docenas de carreras universitarias, entre ellas Literatura inglesa (¡!). Es también por esto que las adolescentes afganas se enfrentan a diario con sujetos que les cortan el paso camino a la escuela y les arrojan ácido a sus rostros para castigarlas por tamaña osadía. "Malala Yousufzai está en estado crítico, como Paquistán. Nos aflige el cáncer del extremismo y si no se hace nada para retirar el tumor, vamos camino a deslizarnos aún más hacia la bestialidad ", se lamentaba en un editorial el diario paquistaní en lengua inglesa The News. En el mundo hay 32 millones de nenas privadas de la escuela primaria. Problemas económicos y culturales sostienen este déficit. Niñas entregadas en matrimonio antes de los 15 años o que salen al mercado laboral cuando deberían estar en las aulas; o simplemente nenas a las que se les prohíbe estudiar en nombre de la religión y el dogma. "Cuando educás a un hombre, educás a una persona. Cuando educás a una mujer, educás y liberás a toda una nación", dijo alguna vez el líder estadounidense de los derechos civiles Malcolm X. Los expertos coinciden al asegurar que la educación de las mujeres es lo más parecido a una solución para países acosados por la pobreza, la inequidad y la inestabilidad política, es decir, precisamente aquellas características que generan las condiciones para el surgimiento de movimientos integristas y represivos como el talibán. Esto asegura un estudio de la Universidad de Harvard realizado entre 1963 y 1995 en más de 100 países, que demostró que las mayores tendencias democráticas se dan allí donde hay mejor PBI per cápita, más escolaridad primaria y un mayor número de mujeres escolarizadas. Meses atrás, un periodista de la CNN le preguntó qué le gustaría hacer si se convirtiera algún día en presidenta de Paquistán. Malala respondió que le gustaría decirles a los talibanes que las niñas deben ser educadas. "Pero esos tipos tienen armas y bombas", la interrumpió el periodista. "Te van a decir que sos apenas una nena, que tenés que hacer lo que ellos te digan." Ella no se dejó intimidar. "Si se negaran a dialogar -dijo-, usaría el mismo libro sagrado que ellos usan para justificar su brutalidad. En ninguna parte del Corán dice que las niñas no deben ir a la escuela", aseguró. Para los talibanes, Malala es el peor enemigo ya que el suyo no es el discurso de una ONG extranjera ni de un gobierno occidental. Es la palabra de una ciudadana local, una niña musulmana que pelea por el progreso y los derechos de las mujeres con valor e inteligencia. Y ya se sabe: con una población de mentes abiertas y libres no queda espacio para el terror ni el integrismo. Por eso necesitan callarla.

lunes, 10 de septiembre de 2012

VIOLENCIA DE GENERO- LO PENDIENTE

Fabiana Túñez, coordinadora de La Casa del Encuentro, resume los principales puntos pendientes de la ley 26.485, entre ellos: Estadísticas oficiales sobre violencia hacia las mujeres, articuladas con la sociedad civil, que incluyan los índices de femicidios. Implementación de un número telefónico único y gratuito a nivel nacional, para denuncias, orientación y derivación. Para ello deben estar creados los dispositivos para poder derivar a profesionales capacitados en violencia de género. Mayor cantidad de refugios y hogares de día para víctimas, con atención interdisciplinaria. Acceso a la justicia con patrocinios jurídicos gratuitos en todo el país, capacitados en la temática. Asignación de presupuesto acorde para poder implementar en su totalidad la ley 26.485. Inclusión en todas las currículas educativas de los diferentes niveles de la temática de violencia sexista.

martes, 21 de agosto de 2012

FEMINICIDIOS - LA PEOR DE LAS ESTADISTICAS - Por MARIANA CARBAJAL

Según un relevamiento del Observatorio de Femicidios en la Argentina, en el primer semestre hubo 119 homicidios de mujeres por violencia machista. En al menos 16 casos, habían llegado a hacer denuncias. Por estas muertes, 161 hijas e hijos perdieron a su madre. Gilda Mariana González tenía 33 años y vivía en Río Cuarto, Córdoba. El 1º de febrero fue baleada y agonizó varias horas hasta morir en un hospital. Su ex marido se entregó por el hecho a las 24 horas del ataque. Sobre él pesaba una orden de captura desde un par de días antes por una golpiza brutal que le había dado a la mujer. El de Gilda es uno de los 119 homicidios de mujeres por violencia de género que se registraron en los primeros seis meses del año, de acuerdo con el relevamiento que lleva adelante el Observatorio de Femicidios en la Argentina, coordinado por La Casa del Encuentro. La cifra significa que cada tres días dos mujeres fueron asesinadas en el país por el hecho de ser mujeres. En siete de cada diez casos, el presunto agresor resultó el marido o ex pareja de la víctima. Uno de los daños colaterales más dramáticos de los femicidios es la cantidad de chicos y chicas que quedan huérfanos brutalmente: 161 hijas e hijos perdieron a su madre como consecuencia de la violencia de género, de los cuales al menos casi un centenar son menores de edad. “Es necesario considerar a la violencia sexista como una cuestión política, social, cultural y de derechos humanos, de esta forma se podrá ver la grave situación que viven las mujeres, niñas y niños en la Argentina como una realidad colectiva por la que se debe actuar de manera inmediata”, señaló a Página/12 Fabiana Tuñez, coordinadora de La Casa del Encuentro, al evaluar las estadísticas. Si se compara con el mismo período de los últimos dos años, se nota un descenso de los femicidios: 152, en 2011 y 126, en 2010, frente a 119, en 2012. Sin embargo, Ada Beatriz Rico, directora del Observatorio, aclaró a este diario que al sumar los casos que ya se han registrado en julio y lo que va de agosto, se diluye la diferencia y la cantidad se equipara. El año pasado hubo al menos 260 femicidios, según el relevamiento de la ONG. En los últimos días, la grabación del video que hizo Natalia Riquelme, la joven de Bahía Blanca, en el que registra la golpiza que le propina su ex marido, frente a su casa y delante de la hija pequeña de ambos, como recurso desesperado ante la inacción judicial tras 15 denuncias en contra del agresor, puso en primer plano la impunidad con la que pueden actuar perpetradores de violencia machista. Los femicidios son la expresión más extrema de ese problema social y la muestra más dramática de cómo el Estado no llega a proteger a tiempo a muchas de las víctimas. Al menos en 16 de los femicidios del primer semestre de este año, las mujeres habían hecho denuncias, de acuerdo con los datos recabados por La Casa del Encuentro. Es decir, estaban intentando salir del llamado “círculo de la violencia”. En seis, los agresores tenían una orden de exclusión del hogar o prohibición de acercarse a la víctima, dictada por la Justicia, pero la medida –quedó en evidencia– no fue suficiente para evitar que las volvieran a agredir hasta matarlas. De los 119 femicidios que contabilizó el Observatorio –sobre la base de los casos publicados en más de un centenar de medios–, en 59 hechos el presunto asesino fue el esposo o el novio, en 24, una ex pareja. Es decir, el grueso de los homicidios fue ejecutado por el marido o el ex. En los demás casos, las muertes fueron perpetradas aparentemente por otros familiares, vecinos o desconocidos. En cuanto al modo en que fueron ultimadas, el Observatorio registró 13 mujeres que murieron como consecuencias de graves quemaduras, como Wanda Taddei, la esposa del ex baterista de Callejeros, Eduardo Vásquez, condenado en junio a 18 años de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo, con atenuantes. Pero no fueron las únicas mujeres a las que les prendieron fuego: otras 23 también fueron quemadas en el marco de situaciones de violencia de género, pero lograron sobrevivir a los ataques. La estadística muestra que de los 119 femicidios, 34 ocurrieron en la vivienda compartida con el femicida y 25 en la de la víctima, lo que significa que la propia casa puede resultar más peligrosa que la vía pública para muchas mujeres que se enfrentan al drama de la violencia doméstica. Otros 40 femicidios tuvieron lugar en la calle. La mayor parte de las mujeres muertas como consecuencia de la violencia machista tenían entre 19 y 50 años. La Casa del Encuentro empezó hace cinco años a relevar los femicidios publicados en los medios, ante la ausencia de registros oficiales y como una forma de llamar la atención de las autoridades y la opinión pública sobre la gravedad de la violencia hacia las mujeres. “Llevamos adelante el informe de los femicidios, pero al mismo tiempo recibimos a las mujeres que vienen a La Casa del Encuentro en busca de orientación y ahí tomamos dimensión de todo lo que no hay y falta para enfrentar el problema; por ejemplo, en las comisarías no les toman las denuncias por violencia psicológica, o los recursos no llegan a aquellas mujeres de los sectores más pobres. Hacer este informe para nosotras no es ver si el número sube o baja: son vidas, rostros, historias. Familias de las víctimas vienen a nuestra sede y piden justicia por ellas, las que tendrían que estar, por ellas, las que se podría haber evitado que fueran asesinadas”, comentó Rico. La directora del Observatorio cuestionó el hecho de que en la mayoría de las provincias no se destinen recursos para dar respuestas efectivas para proteger a las mujeres. “De la violencia se puede salir y eso lo sabemos y lo saben quienes pudieron salir, pero mientras sigan matando mujeres seguiremos reclamando hasta que el Estado y los estados provinciales decidan que este tema es una prioridad en política pública, sabiendo que por estas horas otra mujer ya no estará, y otra intentará que le crean y le tomen la denuncia”.

jueves, 16 de agosto de 2012

VIOLENCIA DE GENERO - DONDE DENUNCIAR

Perturba ver las caras de esas mujeres golpeadas. Tienen moretones, cortes, balazos, mucho dolor encima. Tienen miedo. Son algunas de las tantas caras que esconden las estadísticas que también abruman. En 2011, la Oficina de Asistencia a la Víctima y al Testigo (OFAVyT) del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires intervino en casi siete mil casos de violencia doméstica, alcanzado un número mensual que se equipara al de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. ¿Pero qué pasa con esas denuncias? La semana pasada un hombre fue condenado a 21 años de prisión por balear a su ex mujer y madre de sus dos hijas. Tenía restricción de acercársele, y la baleó en la puerta de la escuela. Ella lo había denunciado 80 veces. La Oficina de Asistencia a la Víctima porteña tiene once centros de atención donde denunciar: 0800-333-47225. denuncias@jusbaires.gov.ar www.fiscalias.gov.ar. Otra posibilidad es acercarse a alguna de las dos sedes de la Policía Metropolitana (Saavedra y Barracas) o a la OVD de la Corte Suprema: atiende las 24 horas todos los días. Lavalle 1250 PB. Teléfono 4370-4600 interno 4510/4. Mail: ovd@csjn.gov.ar. Otra opción: Línea Mujer: 0800- 666- 8537. Todos los días, las 24 horas. La línea 137 también brinda asistencia integral. “Se puede ir a cualquier comisaría, pero allí la atención no es específica y los sumarios pueden tardar días hasta que los vea un fiscal”, explica Gonzalo Sansó, al frente de la OFAVyT-. Es importante que la atención sea especializada. A estas mujeres hay que contenerlas. Se estima que tardan entre 5 y 10 años en animarse a denunciar”.