jueves, 11 de agosto de 2011

Prostitución: ¿forma de violencia contra las mujeres o trabajo? Por Ana Lía Glas

La cuestión acerca de si la prostitución es una forma de violencia hacia las mujeres o un trabajo aún no ha sido saldada y tal vez no pueda serlo. Como en otros tantos temas, en momentos de aceptación cada vez mayor de las diversidades, no hay un discurso único que pueda considerarse revelador de 'la verdad'. Todavía la discusión sigue vigente.

Las actoras:'las mujeres en prostitución' y las 'trabajadoras sexuales' se identifican a sí mismas desde lugares distintos. Desde diversos sectores del feminismo, el movimiento de mujeres, la Academia, los Organismos Internacionales, las mujeres políticas, se sostienen ambas posiciones de manera irreconciliable. ¿Cómo es que las mismas personas, las mismas organizaciones que defienden el derecho a la diversidad, a la definición de la propia identidad pretenden imponer el discurso único en este tema?

La Argentina adoptó el sistema abolicionista que pretende poner fin a la prostitución. En 1949 la corriente abolicionista se plasma jurídicamente en la Convención contra la Trata de Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena.
Sostiene que debe penalizarse a proxenetas, rufianes, y a quienes lucran con la prostitución ajena, pero no a quienes la ejercen. Prohíbe la existencia de prostíbulos.

Pero en la práctica no se cumple. Los prostíbulos y sus variantes: whiskerías, cabarets, casas de masajes, son una realidad amparada por la connivencia policial, judicial y política.

Desde la Coalición Against Trafficking Women (CATW) se plantea que no debe hacerse diferencia entre prostitución y trata, como si toda mujer en prostitución estuviera de alguna manera secuestrada.

Algunas abolicionistas toman el ejemplo de Suecia que desde 1999 penaliza al cliente de prostitución o prostituyente con multas y hasta cárcel, como un sistema para implementar en nuestro país.

AMMAR Capital sostiene la postura abolicionista. Consideran que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres.

Por otro lado la corriente reglamentarista legaliza a los proxenetas, la instalación de prostíbulos, somete a quienes la ejercen a controles sanitarios y administrativos y legitima a los clientes-prostituyentes. Hace una clara distinción entre prostitución y trata. Está en vigencia en Holanda y en Alemania.

En nuestro país la Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas AMMAR, sindicato de trabajadoras sexuales, sostiene que la prostitución es un trabajo elegido libremente, aunque no lo fomenten, pero sí lo consideran una salida a situaciones de pobreza.

Adhiero a los planteos abolicionistas. Considero la prostitución como una violación a los derechos humanos de las mujeres porque es violencia, subordinación y opresión. Implica la mercantilización del cuerpo y de la subjetividad de las mujeres en la sociedad capitalista y patriarcal en que vivimos.

Sin embargo, en esta modernidad líquida en la que estamos viviendo no sólo el cuerpo de las mujeres está mercantilizado.

Zygmunt Bauman nos habla de los blogs en Internet:'de la descarada sinceridad y franqueza con la que se exhibían en público las experiencias más privadas y las aventuras más íntimas, sinceridad que, traducida en términos contundentes, podríamos hablar de intenso fervor y de evidente desinhibición a la hora de ponerse uno mismo (o, cuanto menos, ciertas partes o aspectos de la propia persona) a la venta en el mercado'*

En esta sociedad de consumidores se ha confundido la libertad personal con la adquisición de las ofertas del mercado. Y esto afecta a todas y todos. Aunque seguramente afecte menos a aquellxs que han quedado fuera del mercado lxs excluidos, aquellxs a lxs que sólo les queda la prostitución para sobrevivir.
Pero entonces ¿sólo la subjetividad de las mujeres pobres está mercantilizada?

Las mujeres que teorizamos, asistimos a Congresos, legislamos, damos clases en las Universidades, no estamos en situación de prostitución.
Pienso que más allá de la posición a la que adhiramos, debemos crear las condiciones para que todas las protagonistas puedan hablar.

No somos las que 'sabemos' por ellas. La idea de ser agentes de la 'conciencia 'y del discurso nos ponen en el lugar del poder. Debemos luchar contra las formas de poder que se manifiestan en el orden del 'saber', de la 'verdad', de la 'conciencia'.

Las personas concernidas deben poder hablar por su cuenta. Las que acuerden con nosotras y las que no.

Por estar convencidas de que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres no podemos violentar a las que piensan distinto imponiéndoles un discurso único que no admita la diversidad..

Se deben implementar políticas públicas, sobre todo políticas de empleo genuino, de vivienda, para aquellas mujeres que quieran dejar la prostitución.

Y con respecto a los clientes –prostituyentes, no comparto la creación de nuevas figuras penales, el poder punitivo para resolver problemáticas sociales y culturales, más gente en las cárceles.

Sí podrían encararse campañas dirigidas tanto a los adolescentes como a los adultos, incluir el tema dentro de la Educación Sexual en las escuelas, desalentando el consumo de prostitución con los argumentos de que se puede estar violentando a una mujer en situación de trata o de explotación sexual que no puede elegir y que por otra parte las relaciones sexuales no mercantiles, deseadas por ambos, donde intervengan la ternura, el compañerismo y otros sentimientos pueden ser mucho más placenteras. Que el consumo de prostitución es una forma devaluada y degradada del ejercicio de la sexualidad.

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