martes, 19 de julio de 2011

LA LUCHA CONTRA LA DISCRIMINACION ES POLITICA DE ESTADO

Pedro Mouratian, interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), sabe que luego de la disputa entre el anterior titular del organismo, Claudio Morgado, y su vice, María Rachid, su labor será seguida con atención por propios y ajenos. “De eso, prefiero no hablar. Es volver atrás sobre un capítulo que ya se superó”, aclara.
Además de normalizar el INADI, la tarea del ex director del Consejo Nacional Armenio y de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, que entre 2006 y 2010 fue vicepresidente del Instituto, será demostrar que se puede consolidar lo hecho durante el debate por el matrimonio igualitario. Pero también abrir el juego al resto de la sociedad civil, a otros actores como los afrodescendientes, los migrantes, los adultos mayores, las mujeres y las personas con discapacidades. “La lucha contra la discriminación se convirtió en un tema de Estado. Y eso habla bien no sólo de un gobierno, sino de una sociedad madura. El INADI se transformó en una herramienta para los sectores que buscaban un espacio donde reclamar y ser tenidos en cuenta”, subraya, a modo de balance de gestión desde 2005, año en que se implementó por decreto el Plan Nacional contra la Discriminación. Pero también admite que se debe rever el federalismo del INADI y que las cuestiones institucionales no se tomaron hasta ahora con la responsabilidad y la precisión adecuadas. “No está ganada la batalla cultural definitiva”, advierte Mouratian a Tiempo Argentino, en su primera entrevista como interventor.

–¿El INADI está en crisis?
–Se produjo una situación de crisis institucional que hubo que normalizar. A partir del trabajo que ya iniciamos, estamos logrando –con la colaboración de la Sindicatura General de la Nación– que en estos 180 días se ordene el instituto, sin descuidar por eso la parte sustantiva: ser una herramienta para sectores que antes estaban relegados y hoy encuentran un espacio donde manifestarse. La idea es profundizar las políticas públicas que veníamos sosteniendo.
–¿Como cuáles?
–Mi función en este tiempo es ordenar y optimizar los recursos, pero quisiera poner énfasis en áreas que no tuvieron un desarrollo profundo: los migrantes, los adultos mayores, la discapacidad, el género y los afrodescendientes.
–¿La crisis institucional de la que habla se redujo a la pelea entre Morgado y Rachid?
–De eso prefiero no hablar. Esos seis meses no aportan a la cuestión. Es volver atrás sobre un capítulo que ya se superó.
–¿Dejó algún efecto adverso?
–El mayor es que se habla del INADI por otros aspectos que los que yo quisiera que se hable. Pero vamos a salir adelante.
–Antes de asumir se reunió con Cristina Fernández, ¿le dio alguna indicación?
–La presidenta pidió la normalización institucional del organismo y recuperar lo que se había hecho en estos años. Ponerlo en marcha otra vez como creo que es el anhelo no sólo del gobierno nacional sino de toda la sociedad civil.
–Usted asumió en 2006 como vicepresidente de María José Lubertino y continuó hasta 2010 con Claudio Morgado, ¿qué balance hace de estos años? ¿Cuáles fueron los principales alcances?
–En el Plan Nacional contra la Discriminación, promovido por Néstor Kirchner, ya figuraba la demanda del matrimonio igualitario, como también la ley de Migración –que es de avanzada y es un ejemplo en todo el mundo–, o el mismo programa de documentación Patria Grande. En las medidas vinculadas a la salud mental o la discapacidad el INADI tuvo un rol sustancial; participamos de las audiencias de la Ley de Medios, que también estaba incluida en el plan. Fuimos a decir que no se trataba de ir en contra de nadie, sino de dar voz a grupos que fueron históricamente vulnerados, que estaba en juego la democratización de la palabra. Son todos avances que se han hecho desde que la lucha contra la discriminación se convirtió en un tema de Estado. Y habla bien no sólo de un gobierno, sino de una sociedad madura. El INADI se transformó en una herramienta para los sectores que buscaban un espacio donde reclamar y ser tenidos en cuenta.
–¿Entonces el INADI es un mediador entre los grupos segregados y el Estado?
–Por un lado. Pero el otro gran rol fue transformar la palabra discriminación en un hecho negativo, como una decisión arbitraria que debe ser combatida. Fuimos creando una conciencia social y hoy es una práctica mal vista.
–Hechos como los del Parque Indoamericano, e incluso el abrumador triunfo de Mauricio Macri en la Ciudad, ¿no dan cuenta de una tendencia contraria?
–Sí. Eso nos muestra que tenemos mucho para hacer, que no está ganada la batalla cultural definitiva. Estamos tratando de entender como sociedad que la diversidad nos enriquece, no nos quita. Me parece que lo del Indoamericano mostró que a veces los factores de poder son también los que determinan lo que está bien y mal y que la actitud de la sociedad es más complaciente con eso. Porque es más fácil pensar que el problema está en el otro. Pero estas cosas también pasan al interior de nuestro país: los jóvenes de otras provincias muchas veces son discriminados en esta Ciudad. Por eso, ahora estamos capacitando a 100 trabajadores que van a salir a escuelas públicas, privadas, sindicatos, organizaciones, para generar una cadena de formadores y que bajen un discurso de compromiso social inclusivo.
–¿El INADI tiene un carácter totalmente federal?
–Una de las grandes asignaturas pendientes es generar una política pública federal. Para eso, debemos concentrar los programas sobre tres o cuatro ejes puntuales que respondan a políticas públicas en consonancia con la política nacional. Porque la sociedad civil marca una agenda, pero no puede dejar de reconocerse como un organismo público. Hace falta rever y replanificar el federalismo, que tiene que ver también con una distribución presupuestaria. Lo tengo como un tema pendiente hasta desde lo personal, soy muy respetuoso del trabajo que hicieron en provincias con pocos recursos, humanos y económicos. No sé si fue un error, pero sí es una asignatura pendiente tener una política federal sólida.
–¿Fue una de las dificultades frente al conflicto de la comunidad qom de la Primavera?
–Sí y frente a otros temas. Quizá esta explosión que ha tenido el organismo desde 2005 generó en la gente una expectativa que nos supera. El organismo no tiene capacidad de policía, no podemos sancionar si se comete delito. Tenemos una línea de atención a la víctima y un área de resolución rápida de conflictos, donde intentamos generar vías de acercamiento y a través de los dictámenes, que ponen de manifiesto si están violando o no la ley y sirven como elemento para llevará a la justicia, eventualmente. Lo que tenemos que entender es que el INADI está más para crear una conciencia y articular con los otros organismos, pero no hay que creer que vamos a resolver per se estas cuestiones. Somos una herramienta más y lo que hacemos es interactuar con el Estado Nacional en su conjunto. –¿Qué errores se cometieron?
–Creo que esa necesidad de instalar el organismo y de poner en marcha políticas públicas efectivas hizo que algunas cuestiones institucionales queden relegadas y no se puedan ir tomando con la precisión y la responsabilidad que había que tomarse. Generar mecanismos de trabajo más aceitado, coordinado con otros organismos, con mecanismos de interconsulta, nos va a permitir potenciar todo el trabajo que hacemos.
–¿Considera acertadas las críticas que hablan del INADI como un organismo testimonial?
–Bajo ningún punto de vista. El lugar que ocupa en los medios y en la sociedad es porque no es testimonial. Si no, a nadie le importaría qué pasa al interior del Instituto. Hoy le da respuestas concretas a mucha gente. De hecho, la ley de matrimonio salió al calor de lo que pasaba en el INADI.

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